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martes, 3 de marzo de 2020

GUERRA A LA GUERRA - HABLA LA MUJER

Unos versos proféticos de cerca de 1920, un adelantado a su tiempo, El "Payador Rojo", el Gaucho Martín Castro, anarquista, marxiswta, nos decía en su poesía:

GUERRA A LA GUERRA - HABLA LA MUJER

¡ Voy a hablar para todos los hombres de la tierra!
Y ser oyó en la tribuna la voz de la mujer;
Si no podéis señores terminar con la guerra, 
dejadnos que nosotras
en la candente yerra,
salvemos de la raza 

la dignidad de ser.

La mujer es el brindis
después de la batalla,
con que la guerra invita
al invasor triunfal,
la mujer es el goce
de todos los canallas,
del que luce en su blusa
insignias y medallas,
hasta el último infame
de un instinto animal.

Porque el hombre se arroja
al igual que un demente,
a la caza de la hembra
en un festín carnal;
como hay libre albedrío
disfruta impunemente
de la madre, de la hija,
de la vieja indigente,
de la niña que viste
de blanco delantal.

La mujer es del héroe
la presa codiciada,
él se cobra en el sexo
la victoria total,
en la blanca, en la negra,
en la infeliz lisiada,
en una parturienta
como en una alienada,
es la locura suelta
en plena bacanal

El invasor penetra
en la humilde morada,
en el rico aposento
buscando a la mujer;
violando frente a todos
la esposa más honrada,
a la novia que vuelve
del altar desposada,
a la ciega que pide,
un pan para comer.

En ella se saciaron
el culto y el salvaje,
el blanco, el amarillo
y el hombre de color;
y oyó que le exigía
a gritos el pillaje,
en todos los dialectos
que posee el lenguaje,
caricias y placeres
del más caro impudor.

Si el hombre no ha podido
con su viril talento,
humanizar al hombre
no lo podrá jamás;
Debemos las mujeres
con todo fundamento,
lanzar el grito heroico
de amor y sentimiento,
hasta que el sol alumbre
la verdadera paz.

Con la mano en la historia
de mil años de yerra,
ante la estoica estampa
del que murió en la cruz,
juremos en voz alta
las madres de la tierra,
de no engendrar un solo
varón para la guerra,
mientras la paz peligre
no dar un hijo a luz.

Vamos a hacerle frente
al hombre y al Estado,
con la huelga de vientres
y la infecundidad;
sacrificando el sumo
del embrión esperado,
evitando que el germen
haga carne el pecado,
hasta alcanzar de pleno
la no natalidad.

Las madres han dispuesto
terminar con la guerra,
derrotarla, quebrarla
con el no concebir
no daremos más hijos
hasta darla por tierra
la yerra y la no hierra,
el poder de dar muerte
y el derecho a vivir

A la guerra maldita
por las madres del mundo,
le ha marcado en la historia
el minuto final;
encontrará en la novia
un desprecio rotundo,
ya las madres la esperan
con el vientre infecundo,
para que no germine
la semilla vital.

Desde hoy los vientres madres
no parirán soldados,
para que hagan del niño
un patriota precoz;
y luego nos devuelvan
valerosos podados,
despojos victoriosos,
gloriosos mutilados,
héroes que nos suplican
por el amor de Dios.

Martín Castro

Julián Martín Castro (Merlo, Provincia de Buenos Aires, 16 de febrero de 1882-Ciudadela, Provincia de Buenos Aires, 7 de abril de 1971)


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