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domingo, 22 de abril de 2018

Apuntes Autobiográficos -I

MUDANZA  I
Mudanza es cambio, es aventura, incertidumbre, adaptación, sorpresa, es pérdida de algunas cosas conocidas (seguridad presente) por posibilidades futuras.
Pero volvamos tiempos pasados, a mis orígenes. Como gran Lector, mi Papá casi tenía vocación de Librero, conocí de niño su enorme Biblioteca en la calle Rincón 116 -Ciudad de Buenos Aires (hay una  Parrilla-Restaurant “la Casa de Charly”, actualmente allí) , 
Marcos Bazán

cerca del  Congreso de la Nación Ciudad de Buenos Aires, y abarcaba estanterías repletas de libros. Lamentablemente, algunas de las únicas fotos que quedaban se me han extraviado.
Allí tenía su "Bazar Rincón", Y -quien sería luego mi Madre-, pasaba todos los días frente a ese negocio, en trayecto desde, y hacia su trabajo, las Oficinas de "Aironal" en calle Moreno, atravesando la vereda del Bazar aquél.
Cuentan que una vez, -dado que precisaba comprar un regalo para el próximo matrimonio de su hermana-, entró al Bazár-bibioteca de Papá, y así se conocieron, ambos viudos (Papá de su primer esposa, y Mamá de un novio que murió trágicamente en una accidente, antes de casarse), ambos mayores de 40........ Se casaron en 1953. No era fácil para ellos, sin tener casa propia, optar por ser Padres sin casa propia, y viviendo "clandestinamente", en la mezannina (ó altillo) que contruyó Papá entre el alto techo y la parte de atrás del local comercial. Y Mamá, cerca de los cuarenta años, aún no lograba un embarazo, quizá por preocupaciones sobre su agitada forma de vida. 
Foto de Mamá con dedicatoria a Marcos
Al ver un aviso en la prensa, de loteo de terrenos en Provincia, fueron a conocer la oferta y en realidad era un plan de viviendas del gobierno, durante el gobierno de Juan Domingo Perón. Era la posibilidad de tener una casa propia, aunque lejos de la capital, en Llavallol. Es entonces, con esa posibilidad, que mi Mamá si pudo quedar embarazada. Dos años después del matrimonio, nacería Yo.  

De esas fotos recuerdo alguna en la cual estaba Papá sentado y al lado un cochecito de bebé en el cual estaba yo.
Otra anécdota que me viene a la mente: para que no jugara con los libros, que en esa época estaban encuadernados en cuero y eran grandes volúmenes que se podían caer y lastimarme, me había dicho: ¡ los libros muerden ! y entonces presionando un poco un libro abierto con mi pequeño dedo atrapado me mostraba como los libros mordían. Dicen que Yo remedaba en mis balbuceos de niño: ¡ los libos meden !. Lo cierto es que años despues descubrí que era verdad; los libros muerden la curiosidad y atrapan.
Aída y Marcos en el centro -despedida de Solteros- Confitería Ideal, de izq. a dcha -arriba- Osiris Troiani, Rosa, 

Vista actual de Rincón 116
Nací el Segundo día del Mes de Agosto, pasada la mitad de la década del ´50 en la capital de la República Argentina, la populosa metrópoli de Buenos Aires. No entre “bombos y platillos”, sino entre“bombas” y bombillas (las bombas que desalojaron del gobierno Constitucional a Juan D. Perón en el ´55) y las bombillas -una especie de pitillo metálico con filtro-, con las cuales tomaba habitualmente el mate mi Papá, al pararse religiosamente a las seis de la mañana para iniciar sus tareas, todos los días. Nací allí, en la ciudad más elegante del país, una ciudad bohemia que quiere presumir de Europea, sin serlo. 

En Capital nací, pero en un extremo, casi Provincia, en Av. Salvador María del Carril. Mi Mamá, Aída Croce de Bazán, empleada de Comercio entonces, Poetisa, militante del peronismo (Justicialismo), y además ama de casa. Mi Padre, Marcos Bazán, comerciante, librero, intelectual, dirigente sindical, fue evolucionando de militante de un partido Conservador a militante “clandestino” -creo yo-, simpatizante del Partido Comunista (una simpatía secreta), luego estuvo con la Unión Cívica Radical Intransigente del Pueblo (UCRI), y asi militaba en movimientos políticos y sindicales. De ahí también mi vocación por la justicia social, los debates entre sus allegados,  Ambos eran muy cultos, les gustaba el teatro, el cine, las tertulias, leían mucho. Mi papá era ajedrecista, como luchador social, lo vi promover muchas obras para la comunidad. Me llevaban a actuaciones en vivo de cantores populares desde pequeño. De ellos aprendí mucho; a trabajar, a ser honesto, a no mentir.
Entre libros me crié hasta los 6 años, la película 84, Charing Cross Road, me recuerda ese ambiente de mi niñez. El ambiente de esta película era el de mi infancia..., Parte de esos libros habían pertenecido a un negocio de venta de libros que había emprendido con algún socio creo recordar; De esas fotos recuerdo alguna en la cual estaba Papá sentado y al lado un cochecito de bebé en el cual estaba yo.
Otra anécdota que me viene a la mente: para que no jugara con los libros, que en esa época estaban encuadernados en cuero y eran grandes volúmenes que se podían caer y lastimarme, me había dicho: ¡ los libros muerden ! y entonces presionando un poco un libro abierto con mi pequeño dedo atrapado me mostraba como los libros mordían. Dicen que Yo remedaba en mis balbuceos de niño: ¡ los libos meden !. Lo cierto es que años despues descubrí que era verdad; los libros muerden la curiosidad y atrapan. Allí, en la zona de Congreso, en el negocio de mi Papá se forjaban mis primeros años, me retrotrajo, y ahora lo recuerdo......., la japonesita Sukié, de la Tintorería, quizá la primera niña que me deslumbró, allá en Buenos Aires -Capital Federal, a mediados de los años 50.

Como trabajaban ambos, pasé parte de la infancia en casa de mis abuelos. Una abuela que hacía trabajos de Costurera, de carácter severo y que matizaba su conversación con muchos refranes. Elaboraba unos ravioles exquisitos, y un abuelo trabajador de la construcción, excelente albañil y hombre sencillo, cariñoso con su familia. Algunos días me llevaban a un Jardín de Infancia. Y, cuando rescindieron el contrato de alquiler del local que ocupaba Papá –y que frecuentemente utilizábamos como vivienda en un “altillo” (mezzanina construida en madera por mi Papá en el interior del negocio), quizá por sospechas que acusaban a mi Padre de izquierdista, se quedó sin su fuente principal de ingreso; aquél comercio muy bien ubicado en una calle céntrica de la capital. En tanto pudiera ser también por la militancia de Mamá en el peronismo, aunado a la tendencia de su esposo, no eran “confiables” y a ella también se le liquidó su sueldo y se le sugirió abandonar el empleo, abonándole una alta suma para su retiro. Aprovechando que Mamá tenía unos ahorros, la venta de alguna mercancía del local, el monto de las compensaciones laborales, fueron equipando la casa de aquella lejana población en el campo. Sin embargo luego recuerdo que hasta mis cinco años continuamos viviendo en la mezzanina del negocio de mi Papá en la gran ciudad. Viajábamos en tren hacia la casa algunos días, desde allí era sacrificado y lejano el sitio de trabajo de ellos. Es recién cuando le piden la entrega del local a mi Padre y Mamá también queda sin trabajo, y así, partimos definitivamente a la provincia, a descubrir el campo, el gaucho, el corazón de La Patria verdadera. 
Desde muy pequeño me llevaban en el período de Vacaciones Anuales, a la Balnearia ciudad de Mar del Plata, de la cual Mamá siempre estuvo enamorada.






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